jueves, agosto 16

Entre paréntesis: Estambul

"En Estambul, la amargura es tanto un importante senimiento de la música local y un término fundamental de la poesía como una manera de ver la vida, una actitud mental y lo que supone el material que hace a la ciudad ser lo que es."

Orhan Pamuk, Estambul Ciudad y Recuerdos


Cruzando el Bósforo

Llegué a Estambul queriendo encontrar el  hüzün. Caminé por sus calles, me perdí por sus barrios, visité varias de su más de 3000 mezquitas, navegué por el Bósforo y por el Golden Horn, me sumergí ansiosa en la ciudad con la expectativa de encontrarme con esa amargura tan omnipresente descrita por el premio Nobel del literatura turco. Palpar esa amargura, poder percibirla y compartirla y hacerla propia significaría que vería la ciudad como la ven ellos, que la entiendo, que la sufro, que la siento.

Pamuk explica que el hüzün surge del saber que en algún momento fueron parte de la antigua Constantinopla, capital de varios imperios, centro del mundo. Es una amargura que no es nostalgia y que no se reniega, sino que - como define él- "asumimos con orgullo y  compartimos como comunidad". Supongo que al abrazarse a  esa amargura de alguna manera buscan seguir conectados con su pasado glorioso. Es su manera de manifestar que hoy aceptan que están como están, pero que saben que pueden - y deben – estar mejor. Es el inconformismo de un pueblo que supo tenerlo todo.

En la Hagia Sophia
Sin embargo, a medida que pasaban los días los sentimientos que me surgían eran fascinación, inquietud, admiración, intriga, sorpresa y toda una gama de emociones que estaban muy lejos de esa amargura que buscaba tan empecinadamente.

Pero será que mientras Pamuk ve los fantásticos monumentos árabes como un constante recordatorio de la  grandeza perdida de Estambul, yo, que conozco Estambul por primera vez y no exijo ni pretendo mas de ella, inconscientemente hago caso omiso de la parte de "perdida" y me quedo admirando incrédula la belleza y el poder de la ciudad actual.

Será que mientras Pamuk llora la ausencia de personajes y costumbres "exóticos" que se fueron perdiendo con la occidentalización de la ciudad; yo - que no tengo punto de comparación - no puedo caminar mas de una cuadra sin ver algo nuevo, distinto o anormal (llamemoslo -¿por qué no? – “exótico”) que me llame la atención.

Será que mientras él ve la pobreza general como una herida que no deberían tener; yo - que llegué esperando mucho mas pobreza - me fui asombrada por la pujanza y el nivel de vida.

Él vio miles de mansiones a orillas del Bósforo desaparecer incendiadas; yo sólo ví el mar plagado de palacios y palacetes impactantes.

Él vio una ciudad que creció diez veces su tamaño en menos de cincuenta años sin dar abasto, con costumbres y ese sentimiento más cálido que se perdían en el interín; yo sólo vi una ciudad enormemente extendida, única, linda y amable.

Adentro de la Blue Mosque
Tardé varios días en aceptar que no iba a ver esa amargura, que mi afan de sentir la ciudad como los locales iba a ser imposible no porque fuera falso, sino porque -justamente- , es necesario ser local para sentirlo. Y yo no sólo no soy local, sino que soy enormemente extranjera.

¿Cómo puede ser que sepamos tan poco de ciertas partes de la historia del mundo? ¿Qué entendamos tan poco ciertas religiones? ¿Y qué inevitablemente vayamos formando una visión tan subjetiva y condicionada de lo poco que sí conocemos? Nos dejamos llevar por ese mundo tan fantástico como aparentaba serlo en  Las mil y una noches, nos metíamos constantemente en internet para descifrar mejor alguna etapa de su pasado, nos reíamos de que los personajes que ellos consideran héroes, a nosotros en nuestra historia o en la cultura popular nos los pintaban como los "malos", nos entreteníamos con largos debates sobre la dicotomía oriental/occidental y cuestionábamos esa asociación de lo occidental con el “progreso”. 

Principalmente, nos quedamos mesmerizados frente a ese mundo tan similar al nuestro y a la vez tan distinto, tan antiguo y a la vez tan moderno, simplemente tan contradictorio, tan misterioso, tan atrapante, tan admirable, y, al fin y al cabo, -desde los ojos de un extranjero- tan poco amargo. 


En el Spice Market

viernes, agosto 3

Entre Paréntesis: Italia


No importa cuántas veces uno viaje a Italia, nunca deja de descubrir una faceta nueva.

En aquel mi primer viaje a Europa en el 2007 descubrimos la Italia Católica del vaticano, la Italia capital del imperio de Roma, la Italia Fashion de Milán, la Italia renacentista de Milán, la Italia Top de Porto Fino, Rapallo y Cinque Terrre, la Italia pacífica del lago de Commo, la italia romántica de Venecia, la Italia mística de Asis, la Italia festiva de Siena, la italia medieval de St. Geminiano.

Hoy, 5 años mas tarde, vuelvo a recorrer Italia con mis padres y mis hermanas, y aunque el país es el mismo, al cambiar el norte por el sur descubrimos nuevas facetas de esta italia de las mil caras:

- La Italia veraniega: hacer base en Sorrento y recorrer la costa amalfitana y la isla ercana con los pueblitos de Capri y Anacapri brinda el entorno ideal para unas vacaciones idílicas: playas de mar transparente, paisajes panorámicos, atardeceres espectaculares, restaurantes con buena pasta y delicias del mal, la excusa para alquilar un barquito y recorrer las islas cercanas, una buena cuota de relax y lo bien llamado "buena vida".

Atardecer en Sorrento
Barquito en Capri







- La italia mafiosa: ¿Qué hubiera sido de Sicilia sin El Padrino y su retarto de los Corleone y la Cossa Nostra? Caminar por Palermo es sentir constantemente esa mafia omnipresente pero practicamente invisible, sólo se palpita en algunos carteles acusadores, en el sentimiento de opresión generalizada, en autos quemados que -influencia de hollywood mediante- deben de haber sido utilizados para alguna vendetta y uno hasta se permite imaginar que los pocos hombres de traje que uno ve son parte de La Famiglia.





- La italia volcánica: El Etna y el Vesubio, su fama los precede: imponentes, enormes, destructivos. En las ruinas de pompeya pudimos ver los restos de una ciudad destruída miles de años atrás por el Vesubio. Después trepamos el Vesubio y vimos el enorme cráter de su última erupción hace 60 años. El Etna, mucho más activo nos brindó enormes ríos de lava seca para explorar y nos fuimos rápido porque... nunca se sabe...